Aprendizaje y DesarrolloConductaConducta humana

La felicidad… el Santo Grial.

Desde hace más de 30 años se han realizado diferentes estudios dirigidos a conocer qué es la felicidad, cómo llegamos a ella, qué diferencia a las personas felices de otras. En estos tiempos de vulnerabilidad de grandes cambios que llegaron para quedarse, con más ahínco nos hacemos esas mismas interrogantes. Afortunadamente los seres humanos somos muy resilientes, y lo hemos demostrado durante este período que nos ha tocado vivir a nivel mundial. Hemos sido capaces de adaptarnos mejor de lo que esperábamos: manteniendo conexiones virtuales, aprendiendo nuevas habilidades y demostrando gran compasión, actuando en favor y apoyo de otros.

Autores como Martin Seligman, padre de la psicología positiva, Sonja Lyubomirsky y Tal Ben-Shahar, entre otros han hablado de la Ciencia de la Felicidad.  Para algunos es alcanzar los objetivos propuestos de dinero, la pareja deseada, el puesto soñado, etc. Sin embargo, la pregunta es por qué hay personas que han llegado a esas metas y no se sienten felices. Hay quienes creen que unos tienen propensión a ser más felices que otros. Ciertamente hay un componente genético, pero la buena noticia es que podemos cambiar esa condición. Esto implica esfuerzo y trabajo para alcanzarlo.

Está demostrado que la ritualización es la clave. Cuando repetimos algo una y otra vez las vías neuronales cambian. Tal como hacemos para aprender a montar bicicleta o manejar: practicamos y practicamos hasta lograr la maestría. Si estamos dispuestos al cambio, tenemos que actuar de la misma forma para formar los “hábitos de felicidad”. Ellos nos llevarán a ese bienestar pleno que todos soñamos.

Es importante mencionar y es justo decir la coincidencia que hay entre los diferentes autores, avalado por evidencia de estudios científicos sobre los aspectos que nos generan felicidad. Por un lado, las relaciones en forma genuina, desde estar presente en el aquí y el ahora con el otro y con una elevada escucha y atención. Las personas que expresan gratitud y que valoran lo que tienen y lo que reciben dan más significado a su vida. El ejercicio físico y el contacto con la naturaleza, así como las actividades que nos generan placer son otros de los elementos que contribuyen a la felicidad. Por último y no menos importante, es el darnos permiso para sentir emociones dolorosas: tristeza, ansiedad, miedo, envidia, enfado y dejarlas fluir a través de nosotros, dejarlas ir.

En próximos artículos continuaremos ahondando en este y otros temas. Seguiremos en búsqueda de la felicidad y de todo aquello que nos genere bienestar y plenitud.

 

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