Todos hemos estado de acuerdo, en mayor o menor grado, en que el chisme afecta negativamente a las empresas.
Por años hemos oído a expertos frases como estas: “…es el peor cáncer para una organización…” “…las consecuencias que trae el chisme son profundamente negativas…” “…el chisme afecta negativamente las relaciones labores…” Pero para Kathryn Waddington, Psicólogo ocupacional miembro de la British Psychology Society, al parecer no es tan malo, mientras se mantenga en proporciones adecuadas.
Ya desde hace muchos años había expresado cosas como estas: “El chisme ayuda a las personas a dejar de lado, relacionar y discutir ideas de manera informal”. “El chisme es una válvula de seguridad…”; “A menudo, los jefes lo ven como algo trivial, pero es muy terapéutico y hace que las personas se sientan mejor.” Y más recientemente, en 2014: …“Más aún, el chisme es un tipo de comunicación organizativa evaluativa informal que puede ocurrir en contextos comunicativos formales, por ejemplo, como imágenes o imágenes utilizadas para una presentación, durante reuniones y en espacios no administrados donde las personas pueden tomar breves descansos para tomar un café” y “Los chismes sirven como un canal de comunicación para comprender lo que puede suceder en el futuro con respecto a sus trabajos, compañeros de trabajo cercanos, amigos y acerca de la organización.”